lunes, 20 de agosto de 2012

Un clavo quita otro clavo




La palabra es un ser viviente, mucho más poderoso que aquel que la usa; nacida de la obscuridad, crea el sentido que quiere; la palabra es mucho más todavía de lo que el pensamiento, la vista y el tacto externos pueden dar: es color, noche, alegría, sueño, amargura, océano, infinito. (Victor Hugo)

Un clavo quita otro clavo. Equivocado le di a una tecla, y se hizo público lo que debió ser íntimo. Y le di de nuevo a otra tecla para enmendar el error, haciendo ostensible la respetuosa privacidad obligada.

En realidad Las letras de tu boca quiso ser un texto diferente al allí redactado. Nunca consigo escribir lo que me propongo. Y no es que mis textos me lleven por donde no quiero, que luego a veces, hasta aún no siendo, desde mi voluntad primera, míos, muy a gusto me siento con mis letras (ombligolelatría).

Lo que quise con esa entrada, ¡ay atrevido de mi!, es ridiculizar a aquellos poetas que con sus versos hacen configuraciones de los objetos que poetizan; y así por ejemplo, dibujan con la proporcionada colocación de sus líneas (o su vacío, que es lo mismo) un corazón, el árbol de navidad, una copa, un sombrero, el contorno de una flor... Y es este gesto de configuración cuasi pictórica, lo que me parece una irreverencia, un fraude, cuando no un subterfugio para alcanzar con esta práctica lo que aquellos innovadores poetas, caligramáticos, no pudieron con sus estrofas tan pictográficamente bien dispuestas. Nunca dirán sus pictografías, por muy estéticas que valgan, lo que digan sus palabras. Para ello ya está el arte del dibujo. Toda idea es más en si misma idealizada, que cosificada en una ilustración, por muy bella que sea.

Es precisamente en la metáfora, en lo sugerido, en la imagen no caligrafiada de un poema, donde reside su duende. Repito: y esta creencia mía, desde el punto de vista literario, a lo mejor es una metidura de pata. Pues este hacer poético incluso tal vez sea un subgénero dignamente ya reconocido por los cánones al efecto. Ignorancia supina la mía.

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