"El amor es ciego, el odio es lúcido"
El amor tiene los ojos vendados, es ignorante y ciego; el odio en cambio es sabio y espabilado, y muestra las virtudes y desaciertos del otro con clarividencia sobrada. El odio es nuestro; del amor en cambio adolecemos. Sabe el odio donde hincar despiadado la espada de su afilado verbo. Desconoce sin embargo el amor el rostro de los defectos del amado. El frío conocimiento aprendido por el odio basta para que con su inteligencia enervada cause el mayor daño imaginado. Conoce el odio mejor que nadie donde tiene el otro la llaga en la que clavar su venganza más certera.
Tal vez en otro tiempo nos dieran a saborear lo que ahora no tenemos, y de ahí ese afán loco de buscar en el adversario el aroma que perdimos, nuestra manzana robada. Por eso nos llevamos de maravilla con quienes no conocemos y nos prendamos de lo nuevo.
Y este sentimiento me avergüenza por su mezquindad y ceguera. Soy capaz de amar un palo tallado, un dios invisible y por mi creado, que al niño inocente de Klint que llevo en mis brazos.
Tal vez en otro tiempo nos dieran a saborear lo que ahora no tenemos, y de ahí ese afán loco de buscar en el adversario el aroma que perdimos, nuestra manzana robada. Por eso nos llevamos de maravilla con quienes no conocemos y nos prendamos de lo nuevo.
Y este sentimiento me avergüenza por su mezquindad y ceguera. Soy capaz de amar un palo tallado, un dios invisible y por mi creado, que al niño inocente de Klint que llevo en mis brazos.
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