Me gustaría traspasar el año viejo con un buen libro en la mano, tocando el saxo ya tiempo en mi desilusión arrinconado, amanecer al nuevo entrante, viendo relampaguear alegre el fuego de la chimenea, interpretar callado el dorado enigma de la venturosa llama, o soñar escribiendo un cuento de sueños florecidos.
Pero heme aquí rateando en labores no tan encumbradas: limpiando me hallo el asqueroso gallinero de mierda enriquecido, hierba siego para conejos encelados, de viejos almendros desmocho resecas ramas de savia enmudecidos; y si a la ciudad me acerco, para hastiarme es de escaparates, portales heréticos y belenes apóstatas de verdades sepultadas.
Los ojos del buey divino han perdido la mansedumbre de su prístina inocencia; el cándido mirar de los pastores ya no se sorprende de nuevas ni de estrellas, convertido se han en avizores rentistas de peonadas ajenas. Los sufridos lomos de la mula, fuscos como la noche y traicioneros como el mar, son los cinco millones de parados.
Quedo quisiera comenzar el año, muy en secreto, para no despertar a los fantasmas de la crisis, la soledad o la violencia; pero incluso aquí en el campo, distanciado del ajetreo, en el húmedo silencio de estas tierras, también llega el trajín, la algarabía común y sin sentido, los cohetes del estrés, los fanales del mercado, los anuncios del consumo, el violento chirriar de un mundo viejo con su lamparilla sin aceite, consumida.
Malignos duendes con huesos de meninges vaciados, la de los muertos del año que dejamos, tocan sin-fonías duras de oído, rurrupatas, marimbas de mal agüero, que mis conductos encharcan ceruminosos.
No es esta la canción con la que yo quisiera despedir el año, pero ahí están los desahuciados, los hambrientos como gatos que pululan contenedores, los mendigos como ratas al calor de los sótanos del metro.
Explicación tiene el sexo de los ángeles, la teoría del péndulo, el color del arco iris, el cantar de los arroyos, el rilar de las estrellas; pero ningún profeta, ni rey, ni poeta me ha dicho aún por qué el tiempo me roba el aliento sin que apenas me dé cuenta.
Profunda reflexión, a mi también me gustaría empezar el año como el encabezamiento de lo escrito pero a medida que he ido leyendo se me ha caído el ánimo, a pesar de todo, salud y buen año.
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