Harto estoy de quienes (entre los cuales yo me encuentro), cual sabandijas en tiempos de crisis, alimentan su escritura con las desgracias y el sentimiento ajeno. Hipocresía pietista. Elegíaco despedí el año. Y me faltó para recibir el dos mil doce decir como Dante: Lasciate ogni esperanza voi ch'entrate. Y me arrepentí al instante.
Y así hoy quise felicitaros de buenas maneras, sumarme a los buenos deseos en fechas que por su naturaleza no hacerlo, sería una blasfemia, un desaire, una importunidad cargada de egolatría; pero la facticidad (la realidad pura y dura) acaba de incordiarme con la verdad de estos versos del autor de El Jarama:
Vendrán más años malosy nos harán más ciegovendrán más años ciegosy nos harán más malos.Vendrán más años tristesy nos harán más fríosy nos harán más secosy nos harán más torvos.
Rafael Sánchez Ferlosio. 1993
Ayer, en un programa de radio se preguntaban, a propósito del mundo que dajamos, qué pensarán nuestros hijos del destino que estamos forjando. Y quizá no piensen nada. El destino del mundo parece ser no pensar. ¿No se va aproximando todo a Un mundo feliz? La pastilla sustituyendo al pensamiento, las pseudociencias apoderándose del destino de lo humano, la palabra perdiendo, por tanto, protagonismo. Ciertamente, años tristes, secos, fríos, torvos escritos con la frialdad de los tecnócratas de turno.
ResponderEliminarDe todas formas, Feliz año y un abrazo. Miguel Ángel Alonso