viernes, 23 de septiembre de 2011

Poesía no necesaria



Sería atrevido; sí, pero también estúpido (y por tanto innecesario) hacer un poema a la boca de tu cara, tu personalidad oculta. Quedaría dicho, pero la sensualidad de tus comisuras no aumentaría por mi lírica osadía ni un colorímetro tu identidad encriptada. Tan sólo mi vanagloria (y la tuya) ganaría enteros, ceros de arrogancia fatua.

Sería idílico; sí, pero también insulso (y por tanto innecesario) componer unos versos al puente con el que me cruzo cada mañana camino de mi ocupación ensogada. Pero merecería la pena que alguien se acordara de sus misteriosos arcos vestidos de humos fosilizados; aunque tampoco mis rimas desvelarían el divino secreto del número 72 cincelado en sus entrañas. Tan sólo nuestro engreimiento (el tuyo y el mío): engordado por el pie quebrado de mis dáctilos sin rumbo, imposibles y extravagantes.

Sería evolucionista; sí, pero también ocioso (y por tanto innecesario) honrar con unas décimas las iniciales andróginas de tus ojos de carbón esfumado. Tan sólo nuestro atávico instinto se vería recompensado por unos octosílabos difuminados, baldíos, insatisfechos.

Sería agradable y tierno: sí, pero también frustrante (y por tanto innecesario) recorrer los pigmentos ambiguos de tu carne, el óleo de tu álamo que me llevara a la grieta de un lienzo que cual tizón encendido te dejó sin cejas, sin pestañas, lisa y depilada, tocada por la viruela de tu sosa virginidad intacta. Otro desengaño más. Pero el intento al menos de descifrar la herida de tu enigmática mirada hubiese justificado mi atrevimiento estéril.

Sería perfecto: sí, pero también prepotente y nulo (y por tanto innecesario) querer yo con un poema terminar de pintar La Gioconda, el mismo cuadro que Leonardo dejara abierto a su significación infinita.

Dice Valente que el poema no se escribe, se alumbra. Por eso yo te digo, Monna Lisa, que el mejor verso que yo puedo ofrecerte esta mañana es ninguno, tan sólo que me dejes avivar con la lumbre de mis besos una sonrisa en tus mejillas hundidas, balbucientes de incomunicación íntima.

1 comentario:

  1. " tan sólo que me dejes avivar con la lumbre de mis besos una sonrisa en tus mejillas"
    Sólo con esta frase ya has hecho un poema...
    Besicos.

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