Una forma de ser

"Tienes que entender que hay otros modos de enfrentar la vida que no sea la máquina de escribir." (Charles Bukowski)

Me dijiste:

La escritura es una forma de ser.

Y al ver la solemnidad de las palabras, cual las de un oráculo ungido, salidas de tu boca, te pregunté:

¿Y cuál es esa forma que no sea otra cualquiera, como la de ser mecánico o panadero, por ejemplo?

Te miré a la cara, y te vi iluminado, como si la escritura te hubiese marcado con una nueva identidad, distinta a la que tienes por naturaleza. Y al decirme que te sentías especial por darle a tus pensamientos el cuerpo de las palabras escritas, me vino aquello del carácter sacramental con el que los cristianos elevan a sus bautizados a una nueva categoría indeleble, por encima del resto, como si hubiesen sido concebidos por arte de birlibirloque. Y es que somos muy dados a compararnos, jerarquizar, colocar a cada uno en su escalafón, que casi siempre suele ser inferior al nuestro. Y ya se sabe, los escritores como los artistas, os creéis gente muy importante.

Luego ya, menos mayestático, te aclaraste mejor, y añadiste:

La escritura es una forma de ser como cualquier otra actividad en la que su autor se confunde entusiasmado con su labor, hasta el punto de decir soy lo que hago.

No sé si el panadero tiene un modo particular y distinguido de sentir la vida, o si el mecánico, dentro de su particular perspectiva, ve el mundo armado sólo por tuercas y tornillos, o si la filosofía de ambos es más experimental y mecanicista que la mía. Lo que sí sé es que yo accedo a la conciencia a través de las cosas que escribo. Las palabras desde el papel rebotan en mí con su esencialidad definida, y convierten en fundamental mi palabrería vana. Y si no, mira la cara de sorpresa y alegría de un niño que consiguió por primera vez escribir mamá; y al instante ve salir de sus letras casi en ciernes una maternal sonrisa de agradecimiento.