En casa de Agaton se reunen Fedro, Pausanias, Eriximaco, Aristófanes y Sócrates.
Y en lugar de hablar de tonterías, buscan tema interesante de conversación. Comentan que el amor ha sido tema escaso de alabanza entre sus coetáneos. Todo ha sido ya celebrado. "Hasta la sal tiene su panegírico" dicen. Así pues, en riguroso turno, convienen cada uno a su manera rendir tributo al Amor.
Empieza Fedro:
El amor es el más viejo de los dioses, no tiene padre ni madre. El caos inundaba a la Tierra. Hasta que por fin el Amor, el primer dios, fue concebido, y llenó de valor el corazón de los humanos. Un ejército de amantes, aún en reducido número, es capaz de vencer al mundo.Continúa Pausanias:
Hay dos amores. El amor virtuoso, amor celeste, hijo de la Venus del cielo. Y el amor popular, hijo de Júpiter, el amor interesado. Dos maneras de amar. Las cosas no son bellas ni feas. Es nuestra forma de amar que las convierte en bellas o repugnantes. Es menester amar con preferencia a los virtuosos, aunque su apariencia sean menos bella.Ahora le tocaría hablar a Aristófanes, pero un ataque de hipo se lo impide, por lo que toma la palabra el médico Erixímaco, no sin antes decirle a Aristófanes que haga entretanto gárgaras con agua:
El amor es la armonía. Así como la música pone de acuerdo en una orquesta a graves y agudos, en la armonía de los contrarios reside el amor. El amor de la musa Urania contra el amor de la musa Polimnia. Dos amores introducidos en todo. Frío y caliente, húmedo y seco, dulce y amargo en su justa medida. Y si predominara alguno de los opuestos, al igual que una planta no resiste una rigurosa helada, las cosas tampoco podrían soportar su esencia.Aristófanes, después de vencer su hipo habla sobre el poder del amor:
En un principio el hombre era un todo. Pero Apolo nos dividió en dos partes. Y ahora gracias al amor cada mitad puede recuperar la unidad de su naturaleza primitiva.¡Y que Vulcano con las herramientas de su arte nos funda para siempre en una sola persona!Es el turno de Agaton. El anfitrión de la casa le rinde tributo al amor con un hermoso himno poético:
El Amor da paz a los hombres, calma a los mares, silencio a los vientos, lecho y sueño a la inquietud. Aproxima a los hombres, los impide ser extraños los unos a los otros. Llena de dulzura y aleja la rudeza, excita la benevolencia, es padre del placer. Es el mejor y más precioso maestro, y todo mortal debe seguirle y repetir en su honor los himnos de que él mismo se sirve para derramar la dulzura entre los dioses y los hombres.Cuando Agaton termina de hablar, los presentes aplauden.
A Sócrates le tocaría intervenir ahora. Pero lo escucharemos en otro momento, que este hombre cuando habla no cesa de hacernos preguntas; y debe pillarnos atentos.
¡Bravo! plas, plas, plas... Se lo voy a mostrar a Ramón Irigoyen ¡A ver qué opina él de esta conferencia de los clásicos! Ya te contaré, porque ando enfrascada en un proyecto muy interesante, en el que Esopo y Aristóteles están invitados, y no han excusado su presencia.
ResponderEliminarAbrazos
Como siempre blao... cosas interesantes y profundas se dicen..
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