Del poema Un mundo un poco fa del libro "El cuerpo del día" (Renacimiento, Sevilla 2010), de Fulgencio Martínez tomo el título para esta entrada:
"Para volver a la infancia de las palabras, sólo hay que cambiar el punto de vista, y si es necesario, la coma también".El ahora hombre mayor se retrotrae al cuarto de sus años de niño y busca por los rincones de aquellos días de ensueño y juego, palabras hoy perdidas y olvidadas, que aún perduran y alientan desde el subconsciente activo su resistencia pasiva. Y viene el hombre al cobijo del pasado donde dejó su platillo volador y clavileño, aquella su peonza de siete colores y medio, la rebanada de pan y miel, aquellas palabras sabor a merienda, a risa de amigos, a uva inocente, a cuentos de luna y miedo, aquellas chapas y cromos de sus tardes infinitas. Y recuerda sobre todo la palabra escondite, una piedra de molino que apilada estaba sobre un recodo en la calle que le alejaba del bullicio, las rutinas y las obligaciones en casa. Y allí era donde el pequeño, hoy ya mayor, se parapetaba de un mundo que no entendía ni le entendía. Y por el ojo de la gran muela de piedra veía entretenido y enajenado como las estrellas jugaban al tranco.
"Y por el ojo de la gran muela de piedra veía entretenido y enajenado como las estrellas jugaban al tranco." ¡Qué hermosa visión, Juan! Pero... ¿serán todas las visiones del pequeño, (hoy ya mayor), tan hermosas tras el ojo de la gran muela de piedra? Pero todas son reales. Un abrazo y un placer pasearse por tus creaciones.
ResponderEliminarUna reflexión preciosa sobre la infancia y el ensueño creativo. Gracias, Juan
ResponderEliminarFulgencio Martínez
Rescatar el niño que fuimos es madurar con dulzura. un abrazo y como siempre excelente Rub
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