jueves, 24 de septiembre de 2009

La tortolica


Instintivo me levanto y miro al cielo. Trato de encontrar en las nubes una explicación aquí en la tierra para el aturdimiento por las palabras confusas, rendidas y presuntuosas de los políticos allá en Pensilvania frente a la oligarquía financiera:
"Hemos sacado al mundo del borde del abismo".
Esta mañana el cielo viste tedioso su gris otoño, legañoso. Metáforas, las nubes. Las hay que son dragones, ratas y culebras. Y allí arriba una tórtola, una nube pintada de esperanza salta a la comba con su diadema nublada. La tortolica, también desengañada, mentida, y con el ala quebrada por la claudicación de los Césares ante la Banca, pierde el equilibrio y cae sobre la tierra resquebrajada y seca. Un batallón de cuatro mil policías acordonan a la tortolica. Escudos, gases y pelotas de goma le impiden emprender su vuelo.

Y de nuevo el pragmatismo realista de la economía, el poder y la gloria, la "infraestructura", contra el dinamismo de la filosofía, el optimismo de la "superestructura" de una paloma herida por el materialismo de su dialéctica.

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