sábado, 11 de abril de 2009

Sábado santo


Hoy quise seguir el consejo de Rilke al joven poeta:
“Sálvese de los temas generales y vuélvase a los que le ofrece su propia vida cotidiana, la fe en alguna belleza.”
Y me olvido de Obama, de la remodelación del Gobierno, de las noticias del tiempo, de la crisis financiera.

Y busco en el cajón de las melancolías un recuerdo de mi infancia. Veo como un vecino amigo mio entra a escondidas en mi casa, y se lleva mi traje de nazareno.

Y yo no sé si odiarlo o agradecerle el quitarme la ocasión de asistir disfrazado al entierro de Cristo. Tampoco si este pensamiento es una belleza a los ojos de Rilke. Lo que si sé es que la belleza no siempre es resplandeciente y gozosa; que a veces lleva espinas de sangre en la cabeza y metralla en su mochila.

No hay comentarios:

Publicar un comentario