martes, 24 de febrero de 2009

Pura necesidad


“Mi niña, la felicidad, si existe, está en la mirada”.
El gallo aleteaba montado encima. Y con su pico en el cuello retozaba de gozo como la ola espumosa sobre la arena quieta.

Yo no veía en la gallina rastros de alegría alguna. Le miré a la cara. Me fijé muy bien en sus ojos mudos y los encontré indiferentes, distantes como si con ella no fuera la cosa. Sus ojos clavados en el infinito, en el horizonte frío de un día cualquiera.

Y seguí rastreando otros ojos.

Y nunca vi feliz a los conejos. Y eso que no paraban de fornicar los muy salidos. Ni tan siquiera a la gata, tan mimosa y zalamera.

Hasta que me topé con los tuyos, ansiosos:

Y te pregunté:
“¿Los animales también se quieren?"
Te diste la vuelta. Cerraste los ojos. Apagaste la luz. Estabas muy cansado. Y en la oscuridad de la noche oí de tus labios secos:
A su manera. Más o menos como nosotros. Pura necesidad
.

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