
Vi por televisión de largo y en zoom la canonización de Obama, y me vino a la cabeza la coronación de Carlo Magno o la escultura de Julio Cesar tallado por Nicolas Coustou.
Y el transitar tostado de este nuevo patricio por la Via Apia de todas los salones, cocinas y bares del mundo, bajo palio blindado e impecable con los laureles de victoria, de ovaciones y oraciones aplaudido e idolatrado, escoltado por legiones de fieles y soldados, me dejó anonadado cual la inauguración del Concilio Vaticano II, la olimpiada de Pekín o los Oscars de Hollywood, que para el caso es lo mismo.
Y me digo:
¿Qué tendrá el rito para que sin ser nada, tan sólo un símbolo, sublimación vacía, referente sin molla, ande en nosotros metido hasta la médula como la carne al hueso?Yo no diría como Aznar, santo no de mi devoción, al que no le falta descaro ni le sobra insensatez para largar con su boca de comer que a este Papa Negro sólo le basta andar por encima del mar de Tiberiades y no ser blanco al mismo tiempo de Sirios y Troyanos.
Vale que no hiciera otra cosa este nuevo emperador americano en lo que le quede de reinado, que con sólo haber firmado el final de Guántanamo, la abolición de la tortura o las cárceles secretas de su país, para que su paso por la historia ya de por si cobre significado o lo tenga merecido.
Me gustó su Blog. Escribe usted muy bien, con mucha elegancia, oficio y estilo.
ResponderEliminarRespecto al post, no olvidar que el Imperio es el Imperio y que el Emperador está al servicio del Imperio. Son tiempos de perplejidad donde todo cabe aunque cierren por aforo completo.
El tiempo dirá, y nosotros por aquí también.
Un abrazo
EDU