viernes, 26 de diciembre de 2008

Desde lo alto de un andamio



En estas fechas de navidad siento nostalgia de la fe gozosa que tuve de niño. ¡Fui tan feliz mientras creí! Y hoy precisamente junto a esta nostalgia por la fe perdida de aquellos alegres años de Reyes, credos y zambombas, llega a mis manos este texo de Miss Maude D. Petre (1863-1942) que incluyo en esta entrada por ver si sus pensamientos pudieran levantar mi ánimo:
“Me gusta creer y me entristece no poder hacerlo. Me gustaría creer en todos los milagros que nos han contado, hasta en el de aquel santo que, al prohibírsele hacer más milagros por estar perturbando la ley y el orden, le suplicó a un hombre que estaba cayendo desde lo alto de un andamio, que se detuviera donde estaba hasta que él fuera al obispo a rogarle que le dejara hacer el milagro y así poder salvarlo. Y el hombre quedó suspendido en el aire a la espera de la ejecución del milagro. Me gustaría por el bien de mi imaginación, creer en los cuentos de hadas, en árboles habitados por espíritus, en arroyos y montes encantados. Me gustaría pensar que las estrellas son ángeles (¡quién sabe si lo son!) y que lo irreal es el aspecto físico de la tierra y del cielo, y no las fuerzas espirituales que subyacen en ellos. ¡Cuánto me hubiera gustado cambiar la más inteligente de mis dudas... por una certeza irresistible!”
(Cuadernos de la Diáspora. Mayo-Noviembre 2008. Edita Asociación Marcel Legaut)

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