lunes, 25 de agosto de 2008

Estación de Delicias




Viajo en tren, dirección “Delicias”. El vagón a ritmo de hip hop golpea mis sentidos zombis. Su traqueteo cortante despierta un sueño antiguo por una muchacha de cristal transparente. La bella muchacha no cesa de mirarme a través de la ventanilla de un ayer de carbonilla, espejos rotos. El mantra iniciático, tráfago circular y divino del movimiento repetitivo del vagón saca de mis profundidades mi yo más salvaje, mi alma romántica. Miradas anónimas. Ojos fijos. Descaro. Instinto virtual. Amagos de ahora y arrebatos pasados. Impulso ancestral, ciego y funerario. Agonías. Y un guiño centenario sobre las vías muertas.

Próxima estación: no hay parada.

La ventanilla se ilumina. Mis ojos se ofuscan. La muchacha se apaga en la claridad quebrada de un andén fluorescente, sin nombre. El tunel blanco. Y nuestro anterior e insinuante guiño desaparece como una pompa de jabón confundida en el aire de nuestro viaje a una estación sin servicio, ya no funciona. Vías arrancadas. Un montón de chatarra, locomotoras desangradas, calderas frías, émbolos sin fluidos, bridas sin freno yacen en el museo de los ferrocarriles muertos.

1 comentario:

  1. Siempre seremos bienvenidos a la estación de "delicias", a la estación de nuestras emociones y sensaciones, aquellas que están llenas del recuerdo y sentimiento.
    El tiempo pasa y asi como el recuerdo se difumina también lo hace la vida.....a ritmo de hip hop de un tren.....nos dejamos arrastrar por los latidos de las vías...

    Un abrazo.

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