viernes, 4 de julio de 2008
Hombre estatua
Eres de hormigón armado. Dos piedras, tus ojos. Y tus pies, tus pies son dos carros anclados en el mar duro de una plaza. La plaza huele a jazmín, el jazmín sabe a licor, pero tu pituitaria hace tiempo que sólo rezuma hollín. Hasta un ciego notaría que la mujer que tienes al lado tiene la sonrisa rota. Pero tú ya no sientes nada. Tantas veces la viste reír y llorar, cocinar y parir que todo te parece igual. Nihil novum sub sole. Confundes el alba con el ocaso, su canto con el quejido. Y aunque de arco iris se vistiera, de tanto verla ya no la ves. La rutina se ahoga en la ceguera de tu apatía. Y encima haces de tu indiferencia gala y filosofía. Justificación cobarde.
Antes veías una rosa, y su aroma tu imaginación desbordaba. Hoy ya no te sorprendes de nada. Ahora mismo la mujer de la sonrisa rota rastrea desesperada tu sombra arisca. Está cansada, se apoya en tu pedestal. Y tú como una roca insensible, una mole cabizbaja vestida con su armadura de bronce. Ella busca en tu bolsillo un pañuelo para su pena, tu vacío. Eres su humillación. La estatua de tu corazón impávido ni siquiera parpadea.
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Me gusta mucho esa escultura. Por casualidad es "El zulo" de Víctor Ochoa?? Juraría que si.....
ResponderEliminarY tus palabras tan hermosas esculpen la vida de esta obra. Da suavidad a la dureza y empatía a la roca.
Felicidades. No conocía tu blog, pero con tu permiso me lo voy a anotar.
Un abrazo.
Neli.
Me gustó mucho, hay hombres o mujeres que son como estatuas, pierden su propia humanidad y nada los conmueve. Un abrazo. Magda
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