miércoles, 19 de diciembre de 2007

Parménides arrepentido



La realidad es una copia de segunda mano, un esbozo mal hecho de lo que tal vez pudo haberse evitado. Lo que es: la tormenta del desierto, la guerra civil, la crucifixión del Insumiso de Palestina, la horca de Shahab Darvishi por homesexual hoy en Irán, también pudo no haber sido.

Hoy miércoles de diciembre del 2007, contra el principio determinista de que las cosas son lo que son, Celes piensa en la posibilidad de que mejor hubiera sido que aquel inoportuno accidente no hubiese ocurrido. Tan sólo le faltó saltar a tiempo para que el maldito remolque no lo aplastara como una cucaracha contra el ribazo de aquel bancal del diablo.

La prensa regional al día siguiente daba la noticia:

“Muchacho de 24 años pierde las dos piernas al ser atropellado por el tractor que él mismo conducía cuando realizaba labores agrícolas en la finca "La Inmutabilidad" para la que trabajaba como temporero”.

Ahora Celestino Linares desde la ventana de su casa, sentado en su silla de ruedas contempla con envidia al gato de la vecina que a cuatro patas corre y salta tras un gorrión por los tejados del edificio de enfrente.

Celes siempre fue un joven muy pragmático. Al pan, pan y al vino, vino. Las cosas para él antes no tenían vuelta de hoja. A lo hecho, pecho, que las uvas sólo maduran una vez cada septiembre.

Pero ahora Celestino, el “am-putado”, como a él le gusta que le llamen, desde el día en que el implacable remolcador de la inercia lo convirtió en un vegetal inmovilizado ya no piensa lo mismo. Celes se ha transformado en todo un revolucionario. Esta tarde cuando he ido a su casa para ver como se encontraba después del trágico suceso ocurrido en la explotación agraria, esto es lo que me ha dicho un Celestino cabreado y combativo con ese acento filosófico más propio de un Parménides arrepentido:

“Blao, la historia es la hija bastarda de Zeus. Todo puede ser de otra manera”.