
Este fue el anuncio que Jousef, cansado de que todos los que se cruzaban en su camino le esquivaran como a un indeseable perno sarnoso, envió a la sección de anuncios del periódico de su ciudad.
“Negro aquejado con problemas de
sudoraciones busca desesperado
endocrino versado en vaporaciones
humanas capaz de eliminar los putrefactos
humanas capaz de eliminar los putrefactos
y fétidos gases que emanan del basurero
de su cuerpo”
Yo no soy racista. Aunque dudo de que no lo sean aquellos que como yo abren siempre su boca pestilente con estas palabras. Hasta ahora tampoco lo fue mi perro. Todo el mundo que viene a casa, recibido es honorablemente. Personas de la más variada calaña y linaje siempre encontraron abiertas las puertas: lesbianas, perseguidos de la justicia, defraudadores de hacienda, especuladores del suelo, marcianos, tránsfugas, cobradores del frac...., nunca contra ellos mi perro se abalanzó de malas maneras. Con alegres ondulaciones su festivo rabo siempre les dio amablemente la bienvenida.
En mi juventud coincidí con Jousef trabajando de encofrador en los túneles del metro. Desde entonces no nos veíamos. Joussef fue despedido, se marchó al sur a coger aceituna. La semana pasada, después de diez años sin saber nada de él, me lo encontré casualmente a la salida del supermercado. Quedamos en que vendría hoy a comer a casa.
Ya es hoy, mediodía. Tocan el timbre. Salgo con los brazos abiertos, pero el perro, cosa extraña, se pone a ladrar como un sabueso. Joussef, acobardado, no se atreve a mover un pie; cada vez que lo intenta, el condenado can se agarra con saña a la pata de sus vaqueros, os repito, como un sabueso. Nunca había visto al perro tan amenazador.
En mi juventud coincidí con Jousef trabajando de encofrador en los túneles del metro. Desde entonces no nos veíamos. Joussef fue despedido, se marchó al sur a coger aceituna. La semana pasada, después de diez años sin saber nada de él, me lo encontré casualmente a la salida del supermercado. Quedamos en que vendría hoy a comer a casa.
Ya es hoy, mediodía. Tocan el timbre. Salgo con los brazos abiertos, pero el perro, cosa extraña, se pone a ladrar como un sabueso. Joussef, acobardado, no se atreve a mover un pie; cada vez que lo intenta, el condenado can se agarra con saña a la pata de sus vaqueros, os repito, como un sabueso. Nunca había visto al perro tan amenazador.
Frustrado por la conducta del perro, lo agarro de mala manera, dejo a mi amigo sólo en la entrada entre la confusión y el desaire, salgo a la terraza, y allí amarro al animal a los barrotes del balcón.
Una vez restablecida la calma, me disculpo. Joussef comenta:
“No te preocupes, no es la primera vez que me pasa”.
Yo insisto:
“A lo mejor has pasado por la puerta de esa vecina que tiene la casa atestada de gatos y al perro huele a gato...”
Joussef me cuenta ahora como en diciembre de 1955 una negra costurera, Rosa Parks se negó a ceder su asiento a un blanco en el autobús en el que iba sentada. Su actitud le costó la cárcel. Luego vendría el sueño de Luther King:
“Seguro que las narices de aquel maldito blanco sintieron las mismas sacudidas que tu perro, por no aventurar que a las tuyas también, querido hermano, llegan las pestilencias de mi fétido transpirar -me dice sonriendo”.
Hoy ya es mañana. Joussef, por fin ha dado con su endocrino:
Hoy ya es mañana. Joussef, por fin ha dado con su endocrino:
“¿Es verdad, doctor, que los negros apestamos hasta el punto de que no hay perro que no nos ladre?"
Hipocrático el célebre laureado en humores y demás secreciones hormonales contesta:
“Así como el celo, la atracción sexual de algunos animales, es provocado precisamente por un seductor olor específico, el sudor de los negros tiene como resultado el efecto contrario, el aléjate que apestas. Los perros de aquí os ladran a los negros de allá, lo mismo que los perros de allá ladrarían a los blancos de aquí; pero no te preocupes, hermano, la ciencia hoy día tiene remedio para casi todo, tráigame al perro de su amigo, mejor tráigame a su amo blanco, y venga usted también, si somos capaces de quitarnos entre todos nuestro miedo a lo desconocido, tal vez el problema tenga solución.”
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