Si desde donde te oigo aquí sentado en Las Balsas no te viera, apostaría, por la firmeza de tu voz, que eres un joven árbol bien plantado; por la sonoridad de tu timbre: un decidido zagal; por tu verbo encendido: un clavel enamorado; y por tu dulce cadencia, yo diría que eres el eco vivo de los muertos y de los que siguen luchando por una democracia inmadura que antepone (¡que injusticia!) leyes ilegales de amnistía sobre delitos de lesa humanidad.
Neruda y Alberti se prendaron de tu verso, de tu sencillez y tu encanto. Viste morir de franquismo a nuestro querido Miguel, hoy tan admirado por puristas de mercado y ocasión. Almodovar quiere hacer de tu vida una película. Y hasta el nobel Saramago habla de tu humildad comprometida: "Marcos Ana no se ha mirado complacido en el espejo. Lo ha roto en mil pedazos para que en cada fragmento se vea el rostro de sus camaradas".
Tus versos salidos de la cárcel, no de la irracional venganza, huelen a fresca memoria histórica: "Hay que pasar página; pero después de haberla leído."
El pan de tu poesía en persona, ese lenguaje nuevo tan necesario en política, tuvimos la dicha anoche de escucharlo y compartirlo en Molina:
“Decidme cómo es un árbol. / Decidme el canto de un río/ cuando se cubre de pájaros./ Habladme del mar. Habladme/ del olor ancho del campo./ De las estrellas. Del aire./ Recitadme un horizonte/ sin cerradura y sin llaves/ como la choza de un pobre./ Decidme cómo es el beso/ de una mujer.
Dadme el nombre/ del amor: no lo recuerdo./ (¿Aún las noches se perfuman/ de enamorados con tiemblos/ de pasión bajo la luna?/ ¿O sólo queda esta fosa,/ la luz de una cerradura/ y la canción de mis losas?)/ 22 años. Ya olvido/ la dimensión de las cosas,/ su color, su aroma…/ Escribo a tientas: “El mar”, “El campo…/ digo “Bosque” y he perdido/ la geometría del árbol./Hablo por hablar de asuntos/ que los años me borraron./ … … … … … … …
(No puedo seguir: escucho/ los pasos del funcionario).
Muy bonito, Juan
ResponderEliminarDe tus letras se desprende mucha admiración, y eso me produce cuanto menos interés.
ResponderEliminarPinceladas entrecomilladas, que me dejan tan buen sabor de boca que quiero estar allí, leerlo, sentirlo...
Un abrazo, amigo.
Que gustazo de comentario.
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