viernes, 1 de octubre de 2021

Piano en off




Junto a la pared anónima de un pequeño estudio solitario, un túmulo callado y unos íntimos cuadernos por escribir se erigen escoltados por una estantería de libros muertos, tonterías y suvenires. ¿Cuál será la melodía de este piano opaco y estas libretas abiertas como pantanos en busca de tierras que regar?

Muñecas de trapo, cerámicas, carpetas, relojes sin latidos, un espejo indefinido, partituras imposibles de ser interpretadas acompañan en silencio a este Samick de brazos caídos, pulimentado en negro plañidero. De su cajón oscuro y vacío un trébol de cuatro hojas quiere salir fuera. ¿Qué culpa tendrá el minotauro haber sido concebido por un rey avaro, una reina tonta y una vaca de madera?

Algo nuevo, un motivo, resonancia y cuerda alas debieran dar a la gandula inspiración torpe y desentonada, muda y triste, moralizante y ñoña de quien frente a un piano y a un ordenador desenchufado se desgañita inútilmente por escribir el sursum corda de unas letras esquivas y componer el más bello cantar. Pero, como las golondrinas de Bécquer contra los cristales rotos de una imaginación pseudo-romántica y fría, ¡esas no volverán!

Y que la música de tal creación, lluvia friki de un mayo baboso, humedeciera, brotar hiciera de luces, colores y estrellas el verde de este gris-desierto en el que se consume sin esperanza un monstruo amordazado entre las cuatro paredes de un laberinto en blanco y negro que se alimenta de un ayer recluido, inconcluso, en bancarrota y en otoño permanente.

Que un piano se hizo para tocar y no para deshojar la rosa del El principito o seguir apoltronado y callado en los sótanos que un rey allá en Creta construyera para ocultar sus cuernos vergonzosos. Y que los dedos sordos, contradictorios e ignorantes de esta bestia acorralada, mitad ángel y mitad diablo, fueran la sonata auxiliadora y matutina que despertara al sol de sus cenizas, arias como volcanes, y que le hiciesen entonar al monstruo sumiso y derrotado del hijo de Pasifae, cual la Norma de Bellini: In mia mano alfin tu sei.

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