sábado, 6 de julio de 2019

La Humildad de los Príncipes




La humildad es otra cosa, señor Presidente.

Pasé de la pena a la risa en menos de lo que un helado tarda en descongelarse en la boca de un niño al mediodía. Ver la puesta en escena de la investidura de un príncipe político, el Presidente en funciones de mi tierra, el País de los centollos encopetados, en un primer momento me causó vergüenza. Y las vísceras de mi conciencia, como mecanismo de defensa, quisieron convertir el asco que la intervención de nuestro héroe regional me produjo, en risotada cantada. La bufonada de ver a todo un primado en funciones querer prorrogar su mandato, arrastrándose como una culebra ante sus señorías del partido carpetovetano, a quienes les suplicaba el voto, fue políticamente una ignominia para la ciudadanía, vistiera ésta el color que vistiera.

¡Ay, cuánta pena me causó la bajeza de tan abyecto comportamiento! Yo siempre había creído que un líder, sí lo es, no lo es por su orgullo; pero mucho menos por su vileza.

Oí de sus labios varias veces la palabra humildad. Pero el tan seráfico termino que yo vi salir de sus manos suplicantes, de sus rodillas dobladas, de su tronco supino y prono postrado sobre el rojo pimentón de las alfombras de la Asamblea, no me sonaron a humildad. La Humildad es otra cosa, señor Presidente. La humildad son las raíces de las moreras  que presiden  nuestra casa. No se avergüenza su peana de ser la base de sus ramas en oración de entrega, pero indómitas cuando pasa el vendaval. Tampoco este recio árbol corre sumiso tras los gorriones que vienen a comer de sus moras generosas.

Humildad es la verdad reflejada en el rostro sereno y firme, azul y transparente de aquel que cree y defiende su programa, el árbol de su paradisíaca tierra.

Desde la tarde que vi a nuestro Presidente con su espinazo en el suelo, allá en Cartagena, delante de los cruzados verdes de Vox, supe que la humildad puede ser engañosa y que el recorrido de sus patas peludas puede ser también siniestro, largo y bajero como el de las cucarachas.

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