No venían las palabras a mi boca. Y sentí de pronto un escalofrío, un espanto que me entró por la nuca, y me desplomé, toro descabellado, junto a las tablas de la plaza. Y se me encasquilló la lengua, mordida por los dientes mudos del miedo. Y quise ir al establo, y no pude. Allí guardo las gavillas de avena y cebada. Quería abrigar con ellas el frío de mis espasmos, el hambre de los silencios, el maiz de los pastizales, los ayes, las puyas. ¡Si yo tuviera ahora a la mano los tres manojos donde dice agua, tierra y aire, encendería con mi lengua este hálito que se apaga, y alumbraría vuestras cuencas vacías, llenas de burla, ira y rabia, enderezaría vuestras palabras mal empleadas, nunca dichas como Dios manda!
Creé la lengua de la boca que los hombres desviaron de su rol, haciéndola a aprender a hablar... a ella, ella la bella nadadora, desviada por siempre de su rol acuático y puramente acariciador. (Altazor)Mis mareos son un pasadizo, una pesadilla. Y me veo sumergido en un cenote de arena, en un túnel interminable atravesado por el hierro de vuestros festejos, la puntilla de la muerte. Y doy vueltas y vueltas perdiendo el eje, el centro, ojos que se estrellan contra las gradas. El público con su pulgar hacia el suelo desde lo alto de su orgullo y verborrea, berrea, vitorea mi agonía. Mientras no me olvide de mis vértigos, éstos existirán azotándome, como ese amor tuyo tan taurino como diestro que no cesa de zarandearme, tan sensual como obsceno, execrable y placentero.
Y me puse a contar del uno al diez como los monjes zen, repetidamente, para encontrar la paz, para no sentir las punzadas de las banderillas de tu odio tan amado sobre mi lomo lacerado. Luego, espada arrepentida, me dijiste, consolándome:
No sufras, tú no eres tu muerte.Luego quise decirte algo, pero no pude con esta lengua que no nació para hablar, sino para endulzar y saborear la risa de los prados, los besos del agua, la calma. Aún así grité desde el charco de mis vísceras abiertas:
Calla, ingrata, yo no seré la muerte, pero soy el que me muero.
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