domingo, 28 de octubre de 2012

El brillo del limonero




Cierra los ojos, y mírame, es un libro escrito a cuatro manos. Manuel Turiño y Ana Galán escriben una historia entre real e imaginaria, que dice mucho de sus propias vidas. Manuel es ciego, y Ana es educadora de perros-guías para invidentes. 

Me ha bastado sólo ver el título, para quedar seducido por la sugerente contradicción de sus palabras. Título enternecedor, pero a la vez hiriente y sarcástico. Es como si le dijeras a un sordo abre bien los oídos, y escucha lo que voy a gritarte. Esta ocurrencia, apresurada y sin fundamento, no pretende descalificar el libro, al contrario, deseo a esta pareja mucha suerte.

No he leído el libro. Lo confieso. Sé yo de comentaristas, hábiles e inteligentes, que reseñan libros con sólo leer la contraportada. No soy corrector de estilo, ni analista literario, tampoco peón a sueldo de ninguna editorial dispuesta a beneficiarse de las minusvalías ajenas.

Cuando Saulo escribió a los fieles de Corinto videmus nunc quasi in speculo et in aenigmate, (vemos ahora a través del espejo y en el enigma), el de Tarso aún no había leído el libro de Enrique y Ana, que Destino acaba de sacar a la luz. Nunca nuestra mirada percibe directamente los objetos. Vemos por mediación.

Y eso es lo que esta noche la luna llena acaba de decirme, cuando he salido al huerto sorprendido por el resplandor de los limoneros:
No te engañes, amigo. Lo que ves: un espejismo. Las hojas relucientes que miras son mi alma enamorada que besa con pasión y ciegamente. 

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