Un día me preguntaste Dime por qué escribes.
Y te di largas. Me dio vergüenza. En aquel tiempo guardaba la basura del orgullo bajo mi alfombra. Hoy los años, que no el conocimiento, me permiten pasar de mi humildad polvorienta, del pudor, del respeto y los reparos. Y te contesto, porque sé que ya sabes lo que voy a decirte, y porque el escribir sin que nadie me viera, me enseñó a despelotarme.
A veces escribo a mi pesar, en cualquier sitio; tomo notas que luego frente al ordenador matizo y tamizo. ¿El lugar, el momento? Es lo de menos, no depende de mí, sino del impulso que me arrebata.
Escribir es aunar sueño y vida. Una perogrullada, ¿o no? Y gracias a este ejercicio tonto de confundir recuerdo y realidad, la escritura se convierte en transubstanciación. Escribir es una forma de espiritualidad. Contemplación. Oración de presencia. Para que los rezos se conviertan en lo que figuro y siento. Y que la escritura me devuelva la vida que el destino desbarata. Otra ilusión más; pero ésta, aunque vana, a sabiendas. Que palos con gusto no duelen.
La soledad no existe fuera de nosotros. Yo soy mi soledad. Escribir es una manera de encontrarme en este vacío blanco de la siguiente hoja. Dice B. Casares que en la soledad es imposible estar muerto. Y si yo ahora te dijera que escribo para no morirme, además de ñoño y pedante, te mentiría. Porque aquí la palman hasta las estrellas del firmamento. Pero la verdad es que cuando escribo (o leo) me siento vivo.
Y le agradezco a la escritura la caricia de su trazo; le agradezco el tomar conciencia, lo mismo que le doy gracias porque abriga mi débil cobardía ciega y sorda, y porque me ayuda a conocerme un poco, y conocerte mejor, amigo.
Escribir es esa manía absurda y loca de querer reinventar, trascender la vanidad de mi yo en palabras. Es como dar con la llave de la puerta del tiempo, de la gravedad, del espacio. Leo mis anotaciones antiguas y revivo épocas pasadas. Escribir es como vivir dos veces, juego con los modos del verbo, las categorías, el azar de las horas, el determinismo, las esencias. Llego incluso a decir ayer cuando estaba vivo. Y vivo ahora los siglos que luego estaré muerto.
Cuando escribo me siento viva
ResponderEliminarCuando leo siento que tengo otras vidas.
Cuando leo lo que escribí recuerdo.
Cuando recuerdo tengo memoria
Así que:
Me reconozco escribiendo siempre
Tengo montones de cuadernos de colores y tamaños diversos.
Por eso digo:
"Mi memoria es mi realidad y esta realidad es mi vida".
Aunque a veces invente y recurra a figuras para adornar. Porque no todo es lo que parece.Sí, escribo para no sentirme sola o muerta...y hace un tiempo que escribo para que me lean...he perdido el pudor.
Besicos.
Querido Juan.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho leerte, verte, sentirte en cada una de tus letras y encontrarme a mi misma en ese sentimiento que tan bien describes.
Chapeau.
Un beso.
P.D: Ahora estoy en un paréntesis de escritura, y aunque mis letras no puedan competir con las tuyas, algún día saldrán de nuevo a flote y "sin pudor alguno" también, se mostrarán de nuevo ante mi o yo ante ellas :-)
Muchos besos más para ti.