domingo, 7 de noviembre de 2010

El libro de tu vida


Me dijiste:
Es un libro imprescindible. A tu mujer le encantará. Y si no: cambia de mujer.
Recuerdo que en aquella ocasión, medio en broma o en serio, te acusé de machista y retrógrado; y te heriste con mi azada el cuello. Cuando uno habla entre dientes, no es que no tenga coraje y para decir lo que siente, es que recurre a la ironía, al doble sentido, o a las malas formas para salir con su sinceridad entre el dolo y la indolencia airoso. Luego pensé que si con tus ocurrencias verbales te hubieras dedicado al mundo de la publicidad, en lugar de ser un desgraciado, un desconocido, víctima a tiempo parcial y asalariado, tu existencia habría sido mucho más sustanciosa.

Somos, además de hipócritas, incoherentes por naturaleza. Basta que la mente repudie algo, para que al momento nuestra voluntad se afane en su conquista. Y así el pecado se convierte en el mejor reclamo. Y me hice enseguida del libro. Y no menciono aquí título ni autor alguno, porque para lo que quiero contar, vale cualquier libro, el que sea, como este que ahora tengo en mis manos y deletreo con placer y entusiasmo enajenado.

Leía y leía, siete horas, siete años y un día seguidos leyendo a la sombra en este hotel de candados y rejas. Cuando dejé de leer, mi vista, al tener de nuevo que adaptarse a otras miradas, otros protagonistas, otras tierras, otros hechos y barrotes, no se acopló al cambio. Pasar de una distancia cercana e íntima, la que habitualmente empleo para leer, a otra, la que mantengo a diario en los otros menesteres ajenos a la lectura, me causó tal inadaptación y desajuste, que caí al suelo mareado.

Por supuesto no acudí a la enfermería para que el forense equilibrara los parámetros de mi vista averiada a base de lagartín u otros somníferos. Que yo quería llegar al final del libro. Y más apetecible era mi leer imaginativo y recreado, y terminar el libro de mi vida a gusto, que regresar aturdido y desorientado al mundo real de la celda donde estaba recluido por matar a quien nunca hice daño.

1 comentario:

  1. Siempre es un gusto leerte. tu ironía sale en ese libro de vida y al final de la historia supimos ppor qué... un abrazo Rub

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