jueves, 25 de febrero de 2010
Madurar a tiempo
Tres meses antes de morir decidió el día.
"Si se me olvida -nos dijo- me lo recuerdan".
Llegó el día, y se lo recordamos. Se bañó. Se puso
ropa nueva y nos dijo:
"Ahora me voy a descansar."
Se tumbó en la cama y se murió.
Abuela Maya (Margarita)
La primavera adelantada llama a tu puerta, como el amor esperado, a destiempo, y siempre bienvenido. La tierra sin preparar, sin el hierro y sin el abono a punto.
A ti te pasa lo mismo, vas con el pie cambiado. En verano tienes frío. Y en invierno, cuando los días son más cortos, te resultan pesados, eternos, tediosos. Fuiste mayor antes de tiempo y ahora que eres mayor te comportas como un niño.
Es cierto, siempre por estas latitudes el tiempo anduvo un tanto trastocado. Se adelanta, se retrasa. Y así los árboles están desquiciados, acronometizados, como esos pilotos a los que las disparatadas zonas horarias por las que vuelan les impiden coger el sueño. Y así andan los manzanos como nosotros floreados en noviembre como los muertos del cementerio. Presumen de ser mayores sin serlo. ¡Precoces! O tal vez te estés haciendo viejo y despotricas de todo y no te acuerdas de que llegaste a Roma sin pasar por Santiago. Andamos acelerando procesos. Queremos que el almendro eche avellanas, e inventamos frutos nuevos: nabicoles, peacarinas, albacotones. Peras con sabor a brevas y tomates vestidos de negro. Recolectamos en enero y sembramos en agosto. ¡Viejos verdes! El tiempo, te compongas o te desmelenes, te pillará justo a tiempo, te cogerá de la mano aunque tú se la revoques.
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Interesante, muy, muy interesante.
ResponderEliminarEstá lleno de matices este relato tuyo.
El paso inexorable del tiempo no deja indiferente ni a las mentes mas tranquilas, no digamos nada de las otras, de las avispadas e ingeniosas como la tuya.
¡Bravo! Gracias por compartir esto.
Un beso.
¡¡¡ Genial !!!
ResponderEliminarAmigo Juan, yo quiero para los qué quiero, ser como la abuela Maya.