martes, 8 de septiembre de 2009

Consejo destemplado

(*)

Su triste cena, el silencio. Dicen que los poetas se alimentan de la pena. No era poeta, pero soñaba como si lo fuera. Aquella noche la muchacha, pan de lágrimas, se atragantó con un plato de humillación, servido dos horas antes por su profesor de canto:
"Señorita, en el mundo sobran los músicos. Seguro que usted será más útil a la sociedad como esposa y madre que como soprano de óperas y gorgoritos."
Desesperada regresó a casa por calles de ruina y ceniza, desmoronada. Y su crispación empañó la mesa heredada de su abuelo, el cuadro de la "boniquilla", el reloj del ángel, el geranio de la ventana. Nada le decían los objetos que le acompañaban, y que en su momento ¡tantas alegrías le dieron! Allí estaba el piano al que ella había consagrado su juventud, y a su vez el piano se la devolvía jubilosa y reforzada cual flor su aroma a quien la acaricia. El piano ahora, callado como ella, en silencio, cerrado cual ataúd con su tapadera negra, esmaltado por la ironía de su laringe asesinada, ya nada le dice y canta.

El silencio no se oye, sólo se ve, si es que es visto. Si alguien la noche que la encontraron desnucada debajo de la escalera, su madre o su padre, hubieran estado allí, seguro que hubieran visto salir por la yema de sus dedos el eco del desprecio de un consejo destemplado, su silencio, la vibración suicida de una muerte muy temprana.

(*) Foto de "El pianista" (Roman Polanski)

1 comentario:

  1. Hola Juan.
    Me ha encantado este relato, es fantástico.
    Nos haces pensar en la importancia de las palabras y lo bien que debiéramos medirla antes de que salgan por nuestra boca.
    Esa foto que has puesto refleja muy bien el vacío de la protagonista, en blanco y negro, en ruinas como ve su vida antes de suicidarse.
    Impactante relato, aún veo el reflejo de ese piano cerrado, esmaltado por la ironía de su laringe asesinada.

    Juan, enhorabuena. Un relato 10
    Un abrazo.

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