viernes, 11 de septiembre de 2009

Disección del pensamiento


Soy el neurocirujano de tu propio pensamiento, oculto e inacabado, desnudo y en su caldo. Antes de que la palabra te saque fuera, me dispongo a adentrarme en tu fuero interno. Quiero que mi disección sea lo más "incomunicada" y antiséptica. Sin mediar aún la autorrepresión inconsciente con la que luego lo pulirás para presentarlo en sociedad o en el tribunal que proceda, vestidito como Dios manda. Y así lucirte con tu buen decir y comporta-miento en la Plaza del Congreso.

El fiscal me ha encomendado este caso, me ha traído tu pensamiento para que investigue su objetividad y correspondencia. Se te acusará de perjurio. El juez quiere saber si tu coartada será verdad, o tal vez la inventarás para eludir tu futura responsabilidad. Por eso, incluso antes de que puedas cometer o no el delito, aquí estoy yo para demostrar la ductilidad de tu pensamiento.

Cojo el bisturí y el estetoscopio y me interno, como digo, en el hipotálamo de tu pensamiento. Me dispongo a analizar las estructuras moleculares de tu pensar a tiempo real. Y me encuentro con un fagocito. Tiene forma de rabo de lagartatija. No para ni un momento. "Hiperactivo" definiría el maestro ardilla de mi hijo tu "cogitatio". Su reacción es incongruente, no se aviene a ningún tipo de estimulación químico-mecánica. Estrafalario. Además de estrafalario es veloz y premeditado. Tu pensamiento es inoportuno. No responde a ningún estereotipo. Su biorritmo no es constante. Irregular y contradictorio. Complejo y paradigmático. Lo mismo me llama de usted que me manda a hacer puñetas.

Acabada la exploración me limito a escribir en el informe que envío al Juez de la Sala de Futuribles:
"Actividad mental en continua ebullición. Imposible diagnosticar reaciones determinadas o preconcebidas debido a su capturación imposible e imprevisibilidad manifiesta."

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