
Sé que el rezar es vano. Sé que es delegar en otro lo que por oficio debería ser nuestra tarea. Rezar es sentirse un fracasado. Necesitar de una relación que nos encumbre más allá de nuestros días no es sino desconocer que somos pelufa y barro.
Y fue entonces cuando aquella viejecita me dijo:
“Es en este hablar divino donde yo me encuentro, me siento viva y hasta vuelo. Y es por eso que prefiero morir en la mentira y esperar como una imbécil ver salir de la chistera una paloma, amanecer mañana despierta en la otra orilla, coger el sol con mis propias manos diminutas y saber que alguien me escucha allende de esta gran sordera. Que es mi herida tan fuerte que alzo mis ojos al cielo instintivamente por ver si mi dolor se muere.”Y aquel agónico“¡Dios mio, madre mía” que yo escuché de esta viejita, a pesar de mi increencia, más que a rendición y súplica, me supo a oración contemplativa.
¡Hola, Juan! Echando un vistazo a tu exquisita creación. Y sí, totalmente de acuerdo, no hay más oración que la contemplativa. Y eso es en definitiva hablar con Dios ¡Cuánta profundidad despiertan tus pensamientos!
ResponderEliminarmaravillas