miércoles, 4 de febrero de 2009

El mendigo es el banco


¿Serán los bancos los que con su generosidad monetaria mueven las estrellas del cielo?

Y ahora que las entidades financieras, después de atiborrarse avariciosamente de ganancias y beneficios, cierran el grifo de su misericordia metálica, los astros tal vez queden anclados en el marasmo de su paralización cósmica.

No soy quien para opinar de economía, tan sólo un profano oyente de argumentos cargados del liberalismo más autonomista o de los que opinan que el poder político debe intervenir en la economía imponiendo con más contundencia sus normas, su criterio: o sea el interés de la mayoría, el de los más necesitados, que al fin de cuentas son los que reciben el varapalo de la crisis.

Y al hilo de la trifulca de si son las agencias bancarias las que con su cicatería provocan la regresión, o si más bien son ellas las víctimas de la economía real en bancarrota, sólo encuentro astucia, habilidad dialéctica, componendas. Y la charlatanería de ambos me recuerda los prospectos de los medicamentos que después de leer sus recomendaciones le entran a uno ganas de no tomarlos.

Al fin y al cabo estos y aquellos, todos, somos fieles muy devotos del capitalismo.

Y para más inri veo como los bancos con hipocresía y sin escrúpulos se ponen la vendas en su saneado cuerpo de las heridas que padecen otros. Y hasta mi llegan sus lamentos, tan cruentos, que ganas me dan mañana mismo de privarme del bocadillo y con el dinero de su ahorro socorrer la pedigüeña indigencia de los bancos.

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