sábado, 27 de septiembre de 2008

Pesismismo




Nadie sino un suicida escribe cepos para perecer en ellos. Sus últimas palabras fueron la soga, el árbol, el nudo, la piedra que lo desnucó como a caballo caido por un barranco. La mañana de su muerte el poeta pidió a su acompañante papel y pluma. El poeta nunca creyó en la inspiración, pero ésta visita a Sergio antes de morir. El escritor quiere comprimir toda su vida en una expresión sencilla. Pretensión muy generalizada por todos los sentenciados momentos antes de ser ejecutados: dejar constancia de nuestro paso por esta galera. Otra manera más de rebelarnos contra nuestra inmortalidad truncada. Esenin no tiene tiempo para circunloquios ni peroratas. Tal vez si el poeta entonces no hubiese escrito aquel poema, hoy las flores inundarían de aroma fresca el pozo ciego de nuestra casa en la huerta.

Muchos condenados seríamos absueltos si no confesáramos el delito que nunca cometimos con aquella inoportuna expresión ante la presión del tiempo. Nuestra declaración será el garrote vil, la injusta voz de nuestro definitivo silencio.

Tras la muerte vimos los labios morados manchados de sus letras. Para escribir los versos usó la tinta de su sangre. Pero lo que nunca sabremos es si el poeta murió porque le llegara la hora, o tal vez se ahorcara de la tubería del agua caliente del hotel, como dijeron sus enemigos, llevado por el pesimismo de sus palabras:
“ En esta vida, morir no es nada nuevo,
pero vivir, por supuesto, es menos nuevo aun”.
(Serguei Esenin)

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