domingo, 21 de septiembre de 2008

Por los campos de la Mancha



Y llegó aquel fatídico día en que la Realidad, debido a una aceleración sobreañadida, se vio a si misma desintegrada cósmicamente. Su código errático la proyectaba irremediablemente contra las aspas nucleares de un goliático meteorito que inesperadamente invadió su órbita cual conductor suicida tras un final de semana de caótico tráfico.

A la Realidad se le agotaron los recursos de viraje y escapada. Y antes de su colisión fatal, en contra de las leyes del mal inherente a su esencia, y tal vez movida por una pequeña partícula de imaginación hallada en el depósito de su resistencia innata, la Realidad lanza una llamada urgente a la Literatura que se encuentra de servicio en el cruce de una estación galáctica.

Luego, tras el libramiento inesperado de aquel posible cataclismo que pudo llevar a la Tierra a su extinción definitiva, se sabrá que justo en ese feliz momento un valeroso caballero derribó de una sola lanzada treinta o cuarenta molinos de viento que esparcían su mala simiente por los campos de la Mancha.

No hay comentarios:

Publicar un comentario