miércoles, 30 de julio de 2008

Pilatos Berlusconi



Aquel arribista se me adelantó como la tortuga de Aquiles. Meses llevaba yo moviendo hilos en las altas esferas para conseguir lo que sería la exclusiva del siglo. Y ¡plaf, paradojas del oficio! Un advenedizo, valiéndose de un médium de pacotilla, de la noche a la mañana publicó en el diario “El Observatorio Celeste” su entrevista trucada con Dios. Gafada mi original idea, tan sólo me quedaba bajar el ranking en mis pretensiones.

Y eso es lo que hice. Moví de nuevo mis contactos, esta vez con más urgencia y astucia, para lograr entrevistar a su mismísimo hijo Jesucristo. El “anau” (pobre en arameo) como él me pidió que le llamara, no se hizo rogar como su Padre Dios que me dio largas hasta que un intruso de la competencia me ganó la partida.

La confidencialidad del encuentro, así como la simulación de todas las circunstancias que rodearon la entrevista fue el único requisito impuesto por razones de seguridad. Y en cuanto a las preguntas: ninguna restricción de formulación y contenidos. Eso sí, deberían ser sólo tres por “motivos de eternidad”, eso es lo que me dijeron. Luego ya entendí: una por el Pasado, otra por el Presente y la última por el Porvenir.

En el día señalado para le entrevista fui conducido a un lugar desconocido y maloliente. Los dos debidamente protegidos de camuflajes y pasaportes falsos. Y ésta fue la primera pregunta que le hice refiriéndome a su pasado:
“¿Se sintió usted realmente abandonado de los hombres y de Dios cuando en el mar de la tinieblas, desde su lignum crucis a la deriva gritó aquel su herético Eloi, Eloi, lamma sabactani y se desgarró la tierra?”
Un “sí” a secas fue su respuesta. No precisé de más explicaciones para comprender que lo que aquel hombre me decía no tenia doblez ni vuelta de hoja.

Luego le pregunté por su presente: si era verdad que desde el día en que subió a los cielos cómodamente sentado está junto a la silla del Padre. En esta segunda ocasión mi entrevistado fue más explícito:
“¡Qué más quisiera yo! Ando de aquí para allá. Unas veces escondido, otras expatriado.¡Tanto tiempo hace de mi ascensión y no he llegado todavía ni al alero del tejado! Sin ir más lejos, en Italia hoy mismo un ejército de militares a las órdenes de Pilatos Berlusconi, el nuevo emperador romano, rastrea mis pasos para de nuevo prenderme.”
Dicho esto, continuó:
“Y en cuanto a su tercera y última pregunta (la que se refiere al futuro), no hace falta que me la formule, señor periodista, que yo sin más se la contesto: mañana los que compren su periódico no se creerán esta entrevista por mucho que huela a sudor subsahariano o a patera escorada.”

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