jueves, 28 de febrero de 2013

Pelotón de tiro




Sabes que es imposible olvidarte de algo de lo que no te acuerdas. No puedes perder al póquer los mil euros que no tienes. Se te prohibe hacer tal cosa, pero nadie jamás te dijo de qué cosa se trataba. Eres inocente, e incomprensiblemente te sientes culpable de hacer lo que nunca hiciste. Nunca mataste a nadie, pero estuviste al frente de un pelotón de tiro. ¡Maldito aquel tatuaje -un ancla - que estando en la guerra de Sidi Ifni, aquel marino de secano te hizo en el brazo izquierdo! El ancla te arrastraría por la borda, al cruzar el Estrecho. Quedaste varado cuando a punto estabas de llegar al puerto de Tarifa.

Luego, soñarías que allá en tu casa de la huerta se te había olvidado cerrar el portillo del riego. Cuando despertaste, al cabo de los mil años y un día, todo el bancal era un mar abierto.  Os encontraron -a ti y al ancla, abrazados-, en la bahía de Algeciras.



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