Luego de largas horas de artes y anzuelos vuelvo a leer el texto de ayer, y nada dice de lo que yo allí puse confiado. No me dicen las palabras lo que yo sentí en su momento. Y me llevan por extraños caladeros, peces muertos, corteza de almendra vacía, piedras ahogadas, desagradecidas en el río de la vulgaridad y el palabreo.
Cuando me puse a escribir Los ojos del muerto, lo hice impresionado por haber sentido realmente la mirada acusadora de un muerto. Y antes de que se evaporara aquella culpa, la coloqué para no ser por ella contaminado en el archivo de mis asuntos zanjados. Yo quería librarme cuanto antes de aquel loco sentimiento que me hacía responsable sin venir a cuento de una muerte que nada tenía que ver conmigo. ¡Que yo no soy aquel pobre hombre que pasó a la historia por cargar sobre sus hombros los crímenes de todo un pueblo! Y me salió aquel churro con tufo a sainete verdulero. De nuevo se burlaron las palabras de mi buen propósito.
Y cuando aquella tarde en aquel tanatorio sentí la viva mirada del muerto, salí corriendo a vaciar en un papel las arcadas de mi humanidad lacerada. Que yo quería escribir algo así como "cuando un hombre se muere algo tuyo, de tu especie, desaparece", y sepultar definitivamente esta manía persecutoria que me hace cómplice de todo lo que injustamente sucede.
very good blog, congratulations
ResponderEliminarregard from Reus Catalonia
thank you