
Hoy quise seguir el consejo de Rilke al joven poeta:
“Sálvese de los temas generales y vuélvase a los que le ofrece su propia vida cotidiana, la fe en alguna belleza.”Y me olvido de Obama, de la remodelación del Gobierno, de las noticias del tiempo, de la crisis financiera.
Y busco en el cajón de las melancolías un recuerdo de mi infancia. Veo como un vecino amigo mio entra a escondidas en mi casa, y se lleva mi traje de nazareno.
Y yo no sé si odiarlo o agradecerle el quitarme la ocasión de asistir disfrazado al entierro de Cristo. Tampoco si este pensamiento es una belleza a los ojos de Rilke. Lo que si sé es que la belleza no siempre es resplandeciente y gozosa; que a veces lleva espinas de sangre en la cabeza y metralla en su mochila.
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