martes, 16 de septiembre de 2008

Palabra dormida



Las palabras apiladas en el suelo no me decían nada, sin significación, apagadas, con los ojos cansados. Conjuntos absurdos, laberintos de letras, hormigas sin rumbo, desperdigadas. No encontraba la fórmula creante que las convirtiera en “otra cosa”. No me hacían caso. O yo dormitaba, o las palabras estaban muertas.

Y en esto que viniste tú, ¿te acuerdas? Y me dijiste:
“Yo soy el color, la mejor metáfora. ¿Por qué te empeñas, pobre daltónico, en emborronar la multicolor paleta de la realidad siendo ella en su arco iris preciosa? Escribir es pintar el mundo."
Y añadiste:
“Los colores somos el verso puro, la palabra desnuda, su esencia, el paisaje mejor captado, la acuarela del sentimiento más sutil, el óleo, el bodegón donde la vida se derrama apetecible y fresca.”
Luego yo te contesté:
“Pero siendo tu el color la cualidad más vistosa de las cosas, no eres sin embargo “la cosa”. Eres el mito que reverbera en la penumbra, al fin y al cabo otro epíteto más, como mi palabra dormida."

1 comentario:

  1. así es...no hay mas ciego que el que no quiere ver...o daltónico que se jacta de ello...saludos Juan.

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