viernes, 19 de septiembre de 2008

Luna creciente



(La luna creciente es propicia para la siembra)

A cajas destempladas entró su risa por mis orejas escandalizadas. La luna creía que yo le contaba un chiste, una socarronería. Y a media boca alabó mi ironía jamás esbozada. Que no fue mi intención adulterar la sinceridad, ni menos convertir en comedia la tragedia de aquel suceso triste que yo en la intimidad le contaba a la luna.

Y no les cuento el hecho, pues fue tal la incomprensión a la que me vi sometido por su hilaridad inconsciente, que lo importante se convirtió en secundario. Y sólo tuve ojos para llorar no ser entendido por su imbecilidad partida. El resto se me olvidó por completo. Y me dolió como a nadie no saber mostrar todo el rostro de mi particular experiencia y sufrimiento.

Tras sus carcajadas ganas me dieron de tirar mi hocico al sumidero de la noche. Y que mis palabras torpes se las llevara el cieno estelar por desencaminadas, mentirosas y desobedientes.

Menos mal que la luna, al darse cuenta de mi frustración como comunicador honesto, desde su cuarto creciente, me dijo animosa:
“Pon esta noche tu boca a remojo, al relente junto a la mía; y mañana de tu labia y de mis entendederas ocultas brotarán sabios reflejos de interpretación correcta.”

1 comentario:

  1. amigo, la luna dirá lo que quiera, pero yo me quedo patidifusa, boquiabierta y sin palabras. ¿De dónde tanto tema, tanta acción, tanto verso, y tanta fantasía?¿De dónde?
    La foto relinda. La historia más aún.
    Felicitaciones.

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