Entre la variedad de las sombras con las que se cruza, se reconoce sobre todo en la imagen de Netanyahu de un cartel de propaganda.
El hombre se siente confundido y se defiende a sí mismo:
Yo no soy tú. Mi sombra sólo se corresponde con mi cuerpo.
Un obús explosiona sobre la baldosa recién amanecida. El hombre cae abatido. Y antes de morir, dirige sus ojos al señor de la valla publicitaria para incriminarle:
Vayas donde vayas, yo seré tu sombra para el resto de tu vida, cual la marca de Caín en tu frente maldita.
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