lunes, 11 de mayo de 2020

El Coronavirus y los Mundos Paralelos de Borges




 Ante la consternación global provocada por el Covid 19, un grupo de científicos se han puesto a trabajar duro en un proyecto que, de culminarse, podría convertirse en la solución milagrosa frente a cualquier apocalipsis capaz de acabar con la especie humana. No me refiero a la vacuna; aunque también. Se trata simplemente de crear un mundo paralelo al nuestro. Sería como hacer una copia de seguridad del mundo que actualmente disponemos. Y así en caso de un inminente exterminio, simplemente echando mano al USB donde anteriormente habríamos almacenado el archivo mundo paralelo, nuestra plagiada subsistencia estaría a salvo. 

Estoy hablando en concreto del experimento de un equipo de investigadores de los departamentos de Físicas de las más prestigiosas universidades del planeta. Cito parte del comunicado que han dado a conocer a los medios para alentar a la población a que recobre la calma y la esperanza ante las circunstancias tan adversas que actualmente padecemos:  

Nuestro trabajo consiste en disparar a través de un túnel de 15 metros un haz de neutrones que tendrán que atravesar un potente imán para llegar hasta una pared impenetrable. Al otro lado de la misma se instalará un detector de neutrones que, en condiciones normales no debería detectar nada. Pero, si por el contrario  detectáramos la existencia de estos mismos neutrones al otro lado del imán, la hipótesis de la posibilidad de una dimensión paralela quedaría confirmada.

No es la primera vez que la humanidad, conocedora de su letal caducidad recurre a esta clase de inventos. La iglesia, por ejemplo garantiza a sus fieles la existencia de otra vida celestial, después de nuestro paso por esta nuestra terrenal morada. El fuerte instinto de vida nos hace recurrir a cualquier estratagema para vencer, si pudiéramos, a la misma muerte. También los filósofos con su eterno retorno andan preocupados por este tema. La literatura, como el arte y la poesía  tampoco se sitúan al margen de este continuado impulso vital. Todos los creadores pretenden con sus obras salvar al género humano de su limitada condición.

Y volviendo al caso de los mundos paralelos, me viene ahora a la cabeza aquel cuento de Borges, El jardín de los senderos que se bifurcan. Reconozco que este texto, incluso después de leerlo varias veces, me desconcierta, pues no me ubico muy bien en su trama. Me ocurrió ya una vez al encontrarme de cara ante un gran espejo roto, me vi de tal manera  troceado, que  me costó luego mucho trabajo regresar a mi original imagen. A Borges le gusta jugar con los espacios y los tiempos de tal manera que casi siempre, cuando lo leo, termino mareado. Y si me dejo, además llevar por el malabarismo del mundo de las probabilidades con las que este erudito escritor acostumbra a sorprenderme, pues mucho más confundido acabo. A mi inteligencia se le hace imposible comprender que de las múltiples potencialidades que el destino alberga en su interior, todas ellas y al mismo tiempo lleguen a tomar cuerpo. Non bis in ídem. ¿O acaso una misma partícula es capaz de estar en dos sitios a la vez? Tan sólo un ejemplo: la guerra civil española la pudo ganar un bando o el contrario. De acuerdo. Incluso podría hacer un esfuerzo por figurarme la realidad actual en caso de que hubiese ganado la República. ¡Pero me costaría tanto ver a las dos Españas gobernando al mismo tiempo! Sería algo así como vivir en estado de guerra permanente, no sólo los tres años que duró la contienda, sino desde el 36 hasta nuestros días, que no es poco.

Ser y no ser es una contradicción ontológica, a no ser que acudamos a la teoría del Universo Espejo. Yo no puedo haber muerto en el laberinto del capitulo equis del libro de mi vida por las dentelladas de un minotauro, y aparecer de nuevo, en el siguiente capítulo, comandando un ejército contra el Palacio de Invierno.

Por eso siempre le agradeceré a la historia, no que resuelva los acontecimientos de cualquier manera, sino que de la muchas posibilidades que tiene, los resuelva solamente de una, la más coherente y sensata. No como ahora que ha dejado al Coronavirus campar caóticamente a sus anchas por el mundo entero.




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