Estoy
hablando en concreto del experimento de un equipo de investigadores de los
departamentos de Físicas de las más prestigiosas universidades del planeta.
Cito parte del comunicado que han dado a conocer a los medios para alentar a la
población a que recobre la calma y la esperanza ante las circunstancias tan
adversas que actualmente padecemos:
Nuestro trabajo consiste en disparar a través de un
túnel de 15 metros un haz de neutrones que tendrán que atravesar un potente
imán para llegar hasta una pared impenetrable. Al otro lado de la misma se
instalará un detector de neutrones que, en condiciones normales no debería
detectar nada. Pero, si por el contrario
detectáramos la existencia de estos mismos neutrones al otro lado del
imán, la hipótesis de la posibilidad de una dimensión paralela quedaría
confirmada.
No es
la primera vez que la humanidad, conocedora de su letal caducidad recurre a
esta clase de inventos. La iglesia, por ejemplo garantiza a sus fieles la
existencia de otra vida celestial, después de nuestro paso por esta nuestra
terrenal morada. El fuerte instinto de vida nos hace recurrir a cualquier
estratagema para vencer, si pudiéramos, a la misma muerte. También los
filósofos con su eterno retorno andan preocupados por este tema. La
literatura, como el arte y la poesía
tampoco se sitúan al margen de este continuado impulso vital. Todos los
creadores pretenden con sus obras salvar al género humano de su limitada
condición.
Y
volviendo al caso de los mundos paralelos, me viene ahora a la cabeza aquel
cuento de Borges, El jardín de los senderos que se bifurcan. Reconozco
que este texto, incluso después de leerlo varias veces, me desconcierta, pues
no me ubico muy bien en su trama. Me ocurrió ya una vez al encontrarme de cara
ante un gran espejo roto, me vi de tal manera
troceado, que me costó luego
mucho trabajo regresar a mi original imagen. A Borges le gusta jugar con los
espacios y los tiempos de tal manera que casi siempre, cuando lo leo, termino mareado. Y si me
dejo, además llevar por el malabarismo del mundo de las probabilidades con las
que este erudito escritor acostumbra a sorprenderme, pues mucho más confundido
acabo. A mi inteligencia se le hace imposible comprender que de las múltiples
potencialidades que el destino alberga en su interior, todas ellas y al mismo
tiempo lleguen a tomar cuerpo. Non bis in ídem. ¿O acaso una misma
partícula es capaz de estar en dos sitios a la vez? Tan sólo un ejemplo: la
guerra civil española la pudo ganar un bando o el contrario. De acuerdo.
Incluso podría hacer un esfuerzo por figurarme la realidad actual en caso de
que hubiese ganado la República. ¡Pero me costaría tanto ver a las dos Españas
gobernando al mismo tiempo! Sería algo así como vivir en estado de guerra
permanente, no sólo los tres años que duró la contienda, sino desde el 36 hasta
nuestros días, que no es poco.
Ser y
no ser es una contradicción ontológica, a no ser que acudamos a la teoría del Universo
Espejo. Yo no puedo haber muerto en el laberinto del capitulo equis del
libro de mi vida por las dentelladas de un minotauro, y aparecer de nuevo, en
el siguiente capítulo, comandando un ejército contra el Palacio de Invierno.
Por
eso siempre le agradeceré a la historia, no que resuelva los acontecimientos de
cualquier manera, sino que de la muchas posibilidades que tiene, los resuelva solamente de una, la más coherente y sensata. No como ahora que ha dejado al
Coronavirus campar caóticamente a sus anchas por el mundo entero.
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