viernes, 27 de noviembre de 2009

Por detrás



Hoy sigo el consejo del analista:

"Escribe lo que ves y cuenta sin reprimirte lo que sientes. Como la defecación la escritura es un alivio."
Si me miro de cara, el espejo me da la espalda. Y el trasero debo mostrar al cristal para verme de frente. ¡Y dale con la burra al trigo! Y así hasta siete veces mareado, sin conseguir que el espejo me devuelva el perfil que quiero.

Este vidrio es un prodigio, tiene ojos en la nuca o no sabe lo que digo: si me enfoca por detrás, me refleja por delante, como un sexador de pollos, o como el juez que para pillar al que robó el fuego olímpico pregunta a Dios por los clavos perdidos de Cristo, o como la luna misma que sabe si está preñada sin mirar al nomon del sol dormido.

Y el analista al leer esta desesperada reseña que me interpreta al revés, me calma:
"No te calientes la cabeza: hay quienes con ver mis manos saben los hijos que tengo o qué almorcé esta mañana. No busques las cuatro patas al espejo, (que si sombras, incosciencia, hipocresías), que el espejo además de tetraplégico, convexo y plano, es sobre todo eso: un rematado salido que busca metértela por el ano, o como dijo Maradona: que le den al jodido, o donde dije digo, digo Diego".

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