La mata mal sobrevive a los calores con la exigua humedad que transpira mi cálamo y la cántara. La tomatera cobijada a la sombra de las palabras que sudo en esta tarde negada de verde, bravura y savia. ¡Otra cursilada más de mi yo más pedante! Lo dijo Cortázar:
"La escritura, la más banal de las artes, una especie de refugio, de disimulo, la sustitución de lo insustituible".Y decir que en esta tórrida siesta, las matas calcinadas, la tomatera pansida es una cicatriz callada en el vientre del bancal que llora y que no se cierra, y que se extiende hasta llegar al mismísimo chancro de la tierra, el semen o su alma, (que no sé yo como llamar a la divinidad de la naturaleza, si sangre, abril, ceniza o lava), es una tapadera más de mi ignorancia.
La tierra pisoteada por los dioses se arrastra en su desgracia. Y quiso Heliodoro ponerle al sol un paraguas. Y el incandescente Apolo en su venganza recargó la escopeta del poeta para terminar de rematar su huerta.
El Apocalipsis hueratano,
ResponderEliminarde tometera y secano.
En verso y todo me ha salido.
Vaya, también me ha salido con errata. Perdón. Quería decir "huertano". Bueno, tal vez así, equivocándome, te haya hecho sonreír.
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