lunes, 3 de noviembre de 2008

Prima et última lectio





Y ese saber descubrir el buen paño, la tela fina y saborear la diferencia, notar la novedad, lo distinto y lo vivo en lo permanente, en la caducidad y en lo cotidiano, sentir el dulce rescoldo de nuestro leño encendido y ver como se consume agradecido debe ser una facultad de lince, propia de aquellos que en lugar de ver con los ojos de la cara miran con los ojos de adentro. Sólo así la profunda esencia de los colores de la vida, su perspectiva y enjundia, su llama y resplandor es perceptible y sentida.

“Vapor de ceniza” es un libro de poemas de una buena amiga, Y me viene como anillo al dedo este título para decir que los cebollinos que ayer planté en mi huerto hoy los abrigo con el resto de las cenizas de mi cuerpo apagado, que se consume poco a poco, para que mañana los lazos de este bulbo enterrado ondeen su azul oxigenado a los vientos.

No soy devoto de los muertos. Pero tengo yo un rincón en mis entrañas donde hoy enciendo una vela a todos los que me precedieron. Y han sido ellos, la muerte esta mañana, la que que me ha dicho que vivir es oficio de sabios.