miércoles, 29 de junio de 2016

Las tentaciones de la democracia






En este mundo amarrado nada es lo que parece. Son más ciertos los sondeos que los propios resultados.

Dudo que el recuento de los pasados comicios respondiera a lo que la gente desea y siente. Y así es como vine a poner en tela de juicio la santidad de la democracia. La realidad es mentira. Sólo es cierto la esperanza.

Y quise tirar las papeletas de mis votos a los puercos, echar la suerte a las cloacas de una urna putrefacta, abandonar el juego de la política y decirle adiós al sursum corda. Gritar como Mafalda: ¡paren el mundo, quiero bajarme! Es lo que me pidió el cuerpo la otra noche.

Si hoy colgado me quedara del calvario de mi ser extenuado, y aún así, veinte cruces, treinta promesas, cuarenta programas, cincuentas soluciones, sesenta redenciones viera caer sobre mi cabeza, no movería un solo dedo para librarme de la muerte y su condena. Si ya nada es real, lo mismo da ocho que ochenta. Prefiero vivir de mis expectativas. No es la realidad la que se impone. Las encuestas, ¡es lo que cuenta!

Y si en aquella mala hora, el servil verdugo hubiera dejado al homo politikos desnucado, títere sin cabeza, desgobernado, sin voz ni voto, el planeta como si tal cosa seguiría dando vueltas como una marioneta.

Y en medio de tanta ignorancia, decepción, duda y locura, vino Satanás a verme. Me mostró todos los reinos del mundo y su esplendor diciéndome:
Todo esto te daré, si reniegas del sistema democrático.
Y en un abrir y cerrar de ojos le contesté yo al diablo:
No sé si soy creyente, ácrata o un cobarde. Lo que tengo claro es que el mundo no sabe lo que quiere. Andamos equivocados. ¡Vete, Belcebú, a los infiernos! Prefiero seguir perdiendo, aquí viviendo en la verdad de los pronósticos electorales, que regresar a la muerte.

1 comentario:

  1. ¡Qué grandeza! ¡Qué ingenio en tus eruditos comentarios!
    Este mundo, con su malhadada democracia, nos quiere envolver con angustiosos huracanes de incertidumbre.
    A ver quién es capaz de teñir de blanco nuestros ideales.
    Un fuerte abrazo, Juan.

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